¿Porqué huir? Pues porque a veces es más fácil fingir que nuestras preocupaciones están lejos, no hacer como si no existieran, sino ser conscientes de ellas pero a través de la distancia. Porque si sabes que hay un precipicio ante ti, puedes alejarte de él.
La ignorancia puede dar ese toque de felicidad ingenua, vacía de preocupaciones y temores. Pero la información justa, la imprescindible, puede salvarnos de caer al vacío por un paso en falso. Prefiero ser menos feliz y cauta a volver a arriesgarme a correr con una venda.
Así que puede que mañana sea el momento, pero por ahora aún soy libre.