Como pájaros encerrados escondemos nuestros pensamientos y verdades, ansiando el día en que por fin se abra la jaula y las palabras salgan solas de la garganta. Pero la jaula cada vez es más pequeña y nos da miedo comprobar la puerta. Estamos aprendiendo a vivir encerrados, y puede, solo puede, que cuando veamos abrirse la puerta ya no seamos capaces de cantar.
dimarts, 31 d’octubre del 2017
dimarts, 24 d’octubre del 2017
Indecisión
Lo había hecho. Notaba la cabeza flotar sin todo ese pelo recordándole la fuerza de la gravedad. Había pasado casi 3 meses debatiendo con ella misma si era hora ya o no de cortar por lo sano y renovarse des de fuera para sentir que el cambio interior era real.
¿Qué la había tirado para atrás durante tanto tiempo? El miedo. El miedo al cambio, el miedo al qué dirán, el miedo a estar cometiendo un error irreparable. Cuando expresaba estos miedos en voz alta la respuesta casi siempre era "Tranquila, el pelo crece", desechando sus sentimientos por completo. ¿Acaso pensaban que era tonta y no sabía que el pelo crecía? o ese típico "Sí, sí, córtatelo" como quien pregunta en voz alta si pintarse las uñas de los pies.
Cuando ya casi estaba decidida a cortarse el pelo, a decir adiós a casi 2 años de acostumbrarse a ella misma, él le dijo que tenía un bonito pelo. No conocía sus intenciones, pues siempre se metía con ella, fuera cual fuera el detalle. ¿Que decidía ponerse pantalones altos? Él estaba allí para decirle que le quedaban mal. ¿Que se compraba zapatos con plataforma y "crecía" sustancialmente? Él estaba allí para decirle que no le gustaba tan alta. ¿Que se sentía eufórica perdida por ir a un concierto? Él despreciaba al grupo. ¿Que ella había faltado a clase para poder hacer cola y estaba en las nubes tras el concierto? Él estaba allí para decirle que ni había notado su ausencia.
Así que ahora ¿qué pretendía? Ella le preguntó si iba en serio o era otra broma. ¿Acaso se sentía con el derecho de hacerle un cumplido como si nada?¿a hacerle tambalearse en la decisión que había tomado? Había sembrado una semilla de duda y ella misma le estaba dando fuerza.
En realidad le gustaba su pelo largo. Le gustaba trenzarlo como Miércoles Addams, o hacer-se moños. ¡Qué coño!, tenía un buen y bonito pelo, ¿para qué negarlo?
Esa fuerza la impulsó, y en cuanto entró en el local haciendo sonar la campanita, supo que iría más allá. ¡Adiós al castaño de siempre! Se lanzó convencida hacia el mostrador, sin darse tiempo a reflexionarlo, y antes de darse cuenta estaba escogiendo un precioso azul para su futuro yo.
Sopló el viento, haciendo volar su renovada y corta melena, y tras demasiado tiempo mirando al suelo, dejando que el miedo se cargara en sus hombros, miró hacia adelante y empezó a andar al ritmo de la música de All Time Low.
¿Qué la había tirado para atrás durante tanto tiempo? El miedo. El miedo al cambio, el miedo al qué dirán, el miedo a estar cometiendo un error irreparable. Cuando expresaba estos miedos en voz alta la respuesta casi siempre era "Tranquila, el pelo crece", desechando sus sentimientos por completo. ¿Acaso pensaban que era tonta y no sabía que el pelo crecía? o ese típico "Sí, sí, córtatelo" como quien pregunta en voz alta si pintarse las uñas de los pies.
Cuando ya casi estaba decidida a cortarse el pelo, a decir adiós a casi 2 años de acostumbrarse a ella misma, él le dijo que tenía un bonito pelo. No conocía sus intenciones, pues siempre se metía con ella, fuera cual fuera el detalle. ¿Que decidía ponerse pantalones altos? Él estaba allí para decirle que le quedaban mal. ¿Que se compraba zapatos con plataforma y "crecía" sustancialmente? Él estaba allí para decirle que no le gustaba tan alta. ¿Que se sentía eufórica perdida por ir a un concierto? Él despreciaba al grupo. ¿Que ella había faltado a clase para poder hacer cola y estaba en las nubes tras el concierto? Él estaba allí para decirle que ni había notado su ausencia.
Así que ahora ¿qué pretendía? Ella le preguntó si iba en serio o era otra broma. ¿Acaso se sentía con el derecho de hacerle un cumplido como si nada?¿a hacerle tambalearse en la decisión que había tomado? Había sembrado una semilla de duda y ella misma le estaba dando fuerza.
En realidad le gustaba su pelo largo. Le gustaba trenzarlo como Miércoles Addams, o hacer-se moños. ¡Qué coño!, tenía un buen y bonito pelo, ¿para qué negarlo?
Esa fuerza la impulsó, y en cuanto entró en el local haciendo sonar la campanita, supo que iría más allá. ¡Adiós al castaño de siempre! Se lanzó convencida hacia el mostrador, sin darse tiempo a reflexionarlo, y antes de darse cuenta estaba escogiendo un precioso azul para su futuro yo.
dimarts, 17 d’octubre del 2017
Libertad
Gritar libertad al viento
notar como tus pulmones arden
sentir tus ojos humedecerse
abrir tus brazos para volar.
Ser libre es más que un estado, ser libre es sensación y sentimiento
dimarts, 10 d’octubre del 2017
La puerta
¿De verdad estaba plantada ante su puerta? Parece una tontería eso de "pasaba por el barrio", pero ahí me encontraba, ante la casa del chico que me había gustado durante tres años y al que nunca le dije nada. Si de verdad había desistido, si mi cabeza sabía que ya era hora de superarlo, ¿cómo había acabado allí? Mis pasos me habían llevado inconscientemente. Podría haber girado en esa esquina de la estación y dar más vuelta, podría haber cruzado la calle para no pasar directamente por delante, podría haber andado más rápido para no darle a mi corazón la oportunidad de dar un vuelco al reconocer el lugar. Había tantos podría y tan pocos debería... ¿qué significaba entonces? que no lo había superado tanto como creía.
Pasar ante esa puerta me había demostrado que mi cabeza engañaba al corazón. Había llegado la hora de afrontarlo de frente y cerrar ese capítulo de mi vida.
Pasar ante esa puerta me había demostrado que mi cabeza engañaba al corazón. Había llegado la hora de afrontarlo de frente y cerrar ese capítulo de mi vida.
...Continuará...
dimarts, 3 d’octubre del 2017
Vinilos
Era la tercera vez ya que revisaba ese montón de vinilos de segunda mano que habían llegado a lo largo de la semana. No sabía si acercarme para ofrecerle mi ayuda o seguir disfrutando de las muecas de debate interno que se reflejaban en cada músculo de su cara. Cada vez que volteaba uno de los vinilos para mirar el precio, quien sabe si para ver si le salía a cuenta con el presupuesto que llevara, sucedas describían una coreografía. Empezaban bien arriba con la sorpresa, luego lentamente bajaban al unísono para finalmente alzar parte de la ceja derecha desafiando las limitaciones de la expresividad humana.
No era la primera vez que le veía, pero sí la primera dentro de la tienda. Hacía un par o tres de semanas que se pasaba por el escaparate, mirando al principio por el rabillo del ojo sin dejar de andar, más tarde reduciendo el ritmo para mirar mejor, y más adelante parándose unos segundos en cada escaparate. El lunes se pasó prácticamente cinco minutos mirando fijamente la tienda a través del cristal, y por fin, casi una semana después, se había animado a entrar.
Esperé a una nueva ronda de reflexión y debate interno antes de acercarme. Como encargado en funciones de los sábados por la mañana (gracias Michelle por el retiro espiritual de yoga en Fiji) era mi trabajo atender a ese ¿muchacho? tan mono.
Le sacaba ¿qué?, ¿10-12 años? Verle me daba nostalgia y me hacía sentir viejo aunque aún me faltaran un par de meses para los treinta.
No era la primera vez que le veía, pero sí la primera dentro de la tienda. Hacía un par o tres de semanas que se pasaba por el escaparate, mirando al principio por el rabillo del ojo sin dejar de andar, más tarde reduciendo el ritmo para mirar mejor, y más adelante parándose unos segundos en cada escaparate. El lunes se pasó prácticamente cinco minutos mirando fijamente la tienda a través del cristal, y por fin, casi una semana después, se había animado a entrar.
Esperé a una nueva ronda de reflexión y debate interno antes de acercarme. Como encargado en funciones de los sábados por la mañana (gracias Michelle por el retiro espiritual de yoga en Fiji) era mi trabajo atender a ese ¿muchacho? tan mono.
Le sacaba ¿qué?, ¿10-12 años? Verle me daba nostalgia y me hacía sentir viejo aunque aún me faltaran un par de meses para los treinta.
...Continuará...
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