No era la primera vez que le veía, pero sí la primera dentro de la tienda. Hacía un par o tres de semanas que se pasaba por el escaparate, mirando al principio por el rabillo del ojo sin dejar de andar, más tarde reduciendo el ritmo para mirar mejor, y más adelante parándose unos segundos en cada escaparate. El lunes se pasó prácticamente cinco minutos mirando fijamente la tienda a través del cristal, y por fin, casi una semana después, se había animado a entrar.
Esperé a una nueva ronda de reflexión y debate interno antes de acercarme. Como encargado en funciones de los sábados por la mañana (gracias Michelle por el retiro espiritual de yoga en Fiji) era mi trabajo atender a ese ¿muchacho? tan mono.
Le sacaba ¿qué?, ¿10-12 años? Verle me daba nostalgia y me hacía sentir viejo aunque aún me faltaran un par de meses para los treinta.
...Continuará...
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada