dimarts, 3 d’octubre del 2017

Vinilos

Era la tercera vez ya que revisaba ese montón de vinilos de segunda mano que habían llegado a lo largo de la semana. No sabía si acercarme para ofrecerle mi ayuda o seguir disfrutando de las muecas de debate interno que se reflejaban en cada músculo de su cara.  Cada vez que volteaba uno de los vinilos para mirar el precio, quien sabe si para ver si le salía a cuenta con el presupuesto que llevara, sucedas describían una coreografía. Empezaban bien arriba con la sorpresa, luego lentamente bajaban al unísono para finalmente alzar parte de la ceja derecha desafiando las limitaciones de la expresividad humana.

No era la primera vez que le veía, pero sí la primera dentro de la tienda. Hacía un par o tres de semanas que se pasaba por el escaparate, mirando al principio por el rabillo del ojo sin dejar de andar,  más tarde reduciendo el ritmo para mirar mejor, y más adelante parándose unos segundos en cada escaparate. El lunes se pasó prácticamente cinco minutos mirando fijamente la tienda a través del cristal, y por fin, casi una semana después, se había animado a entrar.

Esperé a una nueva ronda de reflexión y debate interno antes de acercarme. Como encargado en funciones de los sábados por la mañana (gracias Michelle por el retiro espiritual de yoga en Fiji) era mi trabajo atender a ese ¿muchacho? tan mono.
Le sacaba ¿qué?, ¿10-12 años? Verle me daba nostalgia y me hacía sentir viejo aunque aún me faltaran un par de meses para los treinta.

...Continuará...

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